La Psicología frente a la esclavitud del siglo XXI

Cada 23 de septiembre, el calendario nos recuerda una herida abierta en el corazón de nuestra sociedad: el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas. Esta fecha nos obliga a detenernos y confrontar una de las formas más crueles y persistentes de esclavitud moderna. No hablamos de un problema lejano o ajeno, sino de una violación sistemática de los derechos humanos que se perpetra en nuestras ciudades, a menudo a la vista de todos, amparada en la indiferencia.

La magnitud de esta lacra en nuestra tierra ha impulsado respuestas institucionales coordinadas, pero, por encima de todo, exige una implicación directa y militante de las profesiones que, como la psicología, tienen como pilar fundamental la reparación de la dignidad y la reconstrucción de vidas fracturadas.

Para comprender la urgencia, debemos dejar que los datos hablen. Un titular de 2024 resume la situación con una claridad escalofriante: "Policía Nacional y Guardia Civil liberaron en Andalucía a 249 víctimas de trata y explotación". No es una estadística; son 249 proyectos de vida secuestrados. Este dato, extraído del Plan Estratégico Nacional, revela que, en un solo año, 107 personas fueron liberadas de redes de trata y 142 de explotación sexual en nuestra comunidad, culminando en la detención de 313 personas.

Estas cifras confirman una tendencia alarmante que ya conocíamos: informes previos señalaban a Andalucía como un punto neurálgico, indicando que un tercio de las víctimas de trata en España eran explotadas aquí, y que el 98.5% de los casos en nuestra región son con fines de explotación sexual. Este delito se alimenta de un negocio multimillonario —la prostitución representa un 0.35% del PIB español— y se ceba de forma abrumadora con las mujeres y niñas, que suponen el 94% de las víctimas de trata sexual a nivel mundial.

Ante este panorama, el papel de la psicología es una pieza angular que abarca un proceso largo y complejo, mucho más allá de las paredes de una consulta.

- En el acercamiento: El primer paso, y quizás el más delicado, es el acercamiento a las mujeres en los mismos lugares donde son explotadas. La intervención psicológica aquí no usa un diván, sino la palabra cautelosa y el respeto en un entorno hostil. El objetivo es generar un resquicio de confianza en personas cuya fe en los demás ha sido metódicamente aniquilada. Son mujeres que, con demasiada frecuencia, han sido traicionadas y vendidas por las figuras que debían protegerlas: su propia familia, sus parejas a través del engaño del lover boy, o incluso autoridades corruptas de sus países de origen. Romper ese muro de terror y desconfianza para tender un puente hacia el sistema de protección es una intervención psicológica de una complejidad y una importancia inmensas.

- En la emergencia: Tras el rescate, la intervención psicológica es crítica. Se activan los primeros auxilios psicológicos para mitigar el shock, estabilizar emocionalmente y crear un entorno de seguridad física y emocional. Es en este punto donde comienza la transición simbólica de "víctima" a "superviviente", un cambio de narrativa que es fundamental para el proceso de recuperación.

- En la recuperación a largo plazo: Las secuelas de la trata configuran lo que conocemos como trauma complejo: un daño profundo y persistente que afecta a la identidad, la capacidad de vincularse, la regulación emocional y la percepción del mundo. El acompañamiento terapéutico se convierte en un viaje para ayudar a la superviviente a procesar el horror, reconstruir una autoestima aniquilada, reaprender a confiar y, finalmente, a ser dueña de un proyecto de vida autónomo y libre.

El Trabajo en Red: Tejer una Red de Seguridad para una Intervención Eficaz

Frente a un fenómeno tan complejo y multifactorial como la trata, la actuación aislada es un fracaso garantizado. La soledad, el aislamiento y la fragmentación son los mejores aliados de este delito. Por ello, desde el Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental hemos asumido como un pilar estratégico la construcción de alianzas sólidas y operativas. La única respuesta verdaderamente eficaz es la colaboración, la creación de una red de seguridad tupida y resistente por la que ninguna mujer o niña pueda caer.
 
La formalización de convenios marco con entidades de referencia como APRAMP y la Asociación Nuevo Hogar Betania es mucho más que un acto protocolario; es la materialización de nuestro compromiso y el reconocimiento humilde de que la experiencia y el conocimiento deben fluir en ambas direcciones.

Nosotros, como institución colegial, aportamos el rigor científico, la red de profesionales y la capacidad de amplificar el mensaje, mientras que estas organizaciones aportan un conocimiento incalculable adquirido en la primera línea de batalla: el contacto diario, la palabra precisa en el momento de crisis, la comprensión profunda de las dinámicas de la explotación.

Estos acuerdos son el motor que impulsa acciones formativas cruciales, diseñadas para dotar a nuestros colegiados de las herramientas sensibles y específicas que esta realidad demanda.

No se trata de una formación teórica más. Talleres como el de “Abordaje de la trata con fines de explotación sexual” con APRAMP se sumergen en las claves para la detección de indicadores sutiles, la gestión de la primera entrevista para no retraumatizar, o el entendimiento de las sofisticadas técnicas de manipulación psicológica que utilizan los tratantes.

Del mismo modo, jornadas como la de “Redes sociales, prostitución y trata” con Betania, impartida por la psicóloga Melissa Mann Cano, son una actualización indispensable para alertar sobre las nuevas y peligrosas fachadas de la captación online, un campo donde la prevención es tan vital como compleja.

Más de 4.000 personas en riesgo durante el primer semestre del año

Sólo en el primer semestre de 2025, APRAMP ha detectado a 4.229 personas en situación de riesgo de explotación y trata de personas, de las que el 30% de las personas atendidas manifestaron haber sido explotadas siendo menores de edad. Las redes sociales y espacios digitales similares son donde más se producen las acciones de captación y coacción de las víctimas. Espacios que, desde la pandemia de 2020, se configuran como el terreno perfecto para la explotación sexual, especialmente de niñas, adolescentes y jóvenes porque en ellos se da una impunidad prácticamente total para los tratantes y explotadores.

En este día de reivindicación, reclamamos:

Una Ley Integral contra la trata y la explotación con enfoque de derechos humanos, género, infancia y discapacidad.

Prevención y sensibilización social, para desmontar la demanda y visibilizar a tratantes y explotadores.

Protección y atención integral a las víctimas, garantizando alternativas reales para su recuperación y autonomía.

Reconocimiento del papel de las entidades especializadas, asegurando su acreditación y sostenibilidad.

“La trata y la explotación sexual son un negocio criminal que destruye vidas y perpetúa la desigualdad hacia las mujeres y niñas. No podemos normalizar ni aceptar esta industria de violencia y abusos. Hoy levantamos la voz para decir alto y claro: ninguna persona es mercancía ni está en venta”, subraya Rocío Mora, directora ejecutiva de APRAMP.

La Voz de la Experta: Una Mirada desde el Corazón de la Recuperación

Para comprender la filosofía que debe guiar cualquier intervención psicológica en este ámbito, es esencial escuchar a quienes acompañan a las supervivientes en su día a día. Melissa Mann Cano, psicóloga y coordinadora estatal del área de trata y violencia de género de Betania, nos ofrece una visión que va más allá del manual diagnóstico y se adentra en la esencia del acompañamiento terapéutico:

La explotación sexual y la trata son violaciones atroces de los derechos humanos que dejan cicatrices profundas, a menudo invisibles. No estamos hablando solo de un evento traumático, sino de un estado de terror prolongado que desmantela la identidad.

Las supervivientes se enfrentan a un laberinto psicológico inmenso: trastorno de estrés postraumático complejo, estados disociativos como mecanismo de supervivencia, ansiedad generalizada, una depresión profunda anclada en la desesperanza, y una pérdida total de la confianza en el ser humano.

Por ello, la intervención psicológica no es un complemento opcional, es un pilar fundamental y estructural en cualquier proceso de recuperación real y sostenible.

Nuestro rol como psicólogos y psicólogas es, ante todo, ser constructores de un espacio seguro. Un refugio. Un lugar donde, por primera vez en meses o años, ellas pueden bajar la guardia, respirar, y empezar a procesar sus experiencias sin ser juzgadas, cuestionadas o instrumentalizadas.

Trabajamos de manera integral, utilizando técnicas terapéuticas adaptadas donde se le da un valor primordial a la cultura de la mujer, porque no se puede tratar el trauma sin entender su contexto cultural, sus creencias y sus valores personales. No se trata de imponer un modelo, sino de co-crear un camino de sanación.

El objetivo no es borrar el pasado, porque eso es imposible, sino ayudarles a desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables, a integrar el dolor para que no las defina, y a restaurar su bienestar emocional para que puedan, por fin, mirar al futuro.

Y debemos ser claros: este trabajo artesanal y delicado solo es posible desde un enfoque multidisciplinar y perfectamente coordinado entre todos los profesionales que participan en el camino de su recuperación."

Recursos para Profesionales: Herramientas que Transforman la Intervención

Esta colaboración entre la institución y las entidades expertas no solo enriquece a los profesionales, sino que genera herramientas tangibles que transforman la práctica clínica. El ejemplo más paradigmático es la Guía de Intervención Psicológica con Víctimas de Trata, un documento de incalculable valor elaborado por APRAMP y la psicóloga Marta de Prado García.

Esta guía es mucho más que un protocolo. Planteada desde una perspectiva rigurosa de derechos humanos, género e interculturalidad, su principal aportación es la de consolidar un cambio de paradigma esencial: el paso de "víctima" a "superviviente". Este concepto no es mera semántica; es el reconocimiento explícito de su agencia, de su inmensa fuerza y de su resiliencia.

"Víctima" describe lo que les hicieron; "superviviente" describe quiénes son. Este enfoque dirige toda la intervención psicoterapéutica no solo a sanar heridas, sino a empoderar, a devolver el control y a asegurar que recuperen su libertad y dignidad, convirtiéndose en las únicas protagonistas de su vida a través de la construcción de vínculos seguros y reparadores.

Conclusión: Un Compromiso Ineludible y Activo

Los datos son el eco de vidas rotas y nos muestran la urgencia de actuar. La experiencia de entidades como APRAMP y Betania nos marca el camino, iluminando una senda de intervención basada en la compasión, la ciencia y el respeto profundo.

Como profesionales de la psicología, tenemos un deber ético y el conocimiento técnico para ocupar un lugar en la primera línea de esta lucha. Nuestro compromiso debe ir más allá de las consultas y manifestarse en cada fase del proceso: desde ese primer acercamiento en la calle, lleno de cautela y respeto, hasta el acompañamiento a largo plazo en la compleja reconstrucción de una vida autónoma.

La lucha contra la trata es la lucha por la esencia misma de los derechos humanos. No podemos ser espectadores pasivos. La psicología, por su propia naturaleza, debe ser y será siempre una de sus herramientas más comprometidas, activas y eficaces.

Autor:
José Antonio García Serrano
Psicólogo, vicesecretario del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental y coordinador de la Estrategia Andaluza contra la Trata 2021-2024